En el universo todo tiene un
campo magnético que se mueve continuamente entre sus dos polaridades (positiva
y negativa) para buscar un punto de equilibrio donde pueda existir la vida y la
salud que la haga posible.
En ocasiones las personas por
causas externas o internas pierden ese equilibrio y no lo consiguen recuperar por sí solos favoreciendo que las enfermedades se manifiesten.
La terapia llamada Par
Biomagnético o Biomagnetismo se basa en esta dualidad magnética de la
naturaleza para corregir esos desequilibrios por medio de imanes que
interactúan con los iones del cuerpo al ser aplicados en puntos específicos.
Fue descubierta por el Dr. Isaac Goiz en los años 80 y desde entonces se ha
seguido desarrollando y aplicando en diversidad de países.
Con la ayuda de imanes de mediana
intensidad se puede restablecer el PH neutro de ciertas zonas del cuerpo y así
inhibir la acción de bacterias patógenas, virus, hongos y parásitos que
aprovechan estos ambientes en desequilibrio para volverse dañinos para el
organismo.
El Biomagnetismo busca el
equilibrio bioenergético del organismo. Para ello se rastrea el cuerpo físico
para detectar los puntos que originan el mal funcionamiento de un órgano y la
presencia de virus, bacterias, hongos o parásitos. Esta técnica neutraliza y
elimina estos patógenos, devolviendo al organismo su estado de equilibrio. Como
resultado de la terapia el cuerpo empieza a funcionar con mayor vitalidad, el
sistema inmunitario activa la depuración del organismo y si nada se lo impide a
mantenerse en perfecta salud.
Esta terapia se puede
complementar con otras terapias alternativas y con la mayoría de los
tratamientos médicos oficiales, con la excepción de quimioterapia y
radioterapia. Es una técnica no invasiva, no utiliza jeringuillas ni complejos
aparatos.
El Par Biomagnético puede ayudar
a restablecer la salud a personas que sufren diversas dolencias o simplemente
utilizarse como prevención eliminando microorganismos en estado latente y
corrigiendo los campos energéticos que han sido alterados por culpa de
emociones intensas o desagradables que dejan al cuerpo más vulnerable ante
agentes externos.